Noviembre 10th, 2010
El viajar e impartir cursos en varios países me permite conocer gente que proviene de varias culturas, entornos económicos muy diferentes, orígenes variados y muy diversa formación académica. Sin embargo, hay un patrón que se repite. En todos mis cursos siempre encuentro a alguien que sobresale por tener unas ganas de aprender y mejorar que marcan su actitud y su posición ante la vida. Puede que académicamente no sean los primeros de la clase pero estoy convencida de que son los que llegarán más lejos.
Esto es una historia real. Conocí hace muchos años a una persona que venía de una familia desestructurada, malos tratos, embarazos no deseados, entorno también de drogas y fracaso escolar. Un día decidió que esa no era la vida que a él le gustaría vivir, así que se puso a trabajar en verano (con 17 años), ahorró dinero y con lo que consiguió se compró un billete a EEUU y se matriculó en el colegio. Tenía ahorros para sobrevivir 2 semanas….
Contó su historia a varias personas que conoció en su escuela y una familia le acogió en su casa. Para compensar tal gesto, él contribuyó limpiando los establos y colaborando con las tareas de la casa. Acabó el equivalente al COU con unas notas extraordinarias, lo que le valió una beca para la Universidad. Toda la carrera la hizo a base de becas. O era de los primeros o su sueño se acabaría……La última vez que tuve noticias de él me llamó desde Japón, era un alto ejecutivo de una multinacional.
Nadie, ni de su familia ni de su entorno, hubiesen imaginado un futuro tan brillante como el que mismo se labró a base de esfuerzo y creer en sus capacidades. Si no nos ponemos límites, podemos llegar hasta donde queramos.
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